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La campaña del gobierno nacional / "Haciendo lo que hay que hacer"

El gobierno nacional al anunciar sus obras en marcha, busca difundir ese accionar bajo lo que, a la vez, más que un slogan publicitario en realidad asume el carácter de un compromiso. El que, como nadie puede haber dejado de advertirlo, lo hace con la frase que sirve de título a esta nota.
Como no podía ser de otro modo -el que se efectúen anuncios de obras públicas en marcha, remacardos de esa manera, y sobre todo que en algunos de los partidos del futbol (al que quizás no sea del todo acertado calificarlo como el "fútbol grande", a pesar de que no se puede negar que son los de mayor teleaudiencia, con spots publicitarios que se los puede ver en los entretiempos) han provocado críticas por parte de la "resistencia" cristinista, que considera esa práctica como un dispendio de fondos gubernamentales.
No es de extrañar entonces que en ambientes que muestran simpatía con el actual gobierno, se haya escuchado repetir con un poco de sorna, aquello de que "el muerto de asusta del degollado". Un contrataque que puede resultar gracioso, pero que de esa manera sirve para sacar del cauce que corresponde, un análisis que exige un tratamiento más serio.
Indudablemente que un enfoque publicitario marcado por la frase del título, viene a resultar ambiguo. Es que no puede dejarse de admitir la presencia en el mismo de un subliminal mensaje de ese carácter, que cabe ponerlo en cuestión en la medida en que la obligación republicana referida a la publicidad de los actos públicos se puede cumplir acabadamente sin ese tipo de "amplificaciones". E inclusive, yendo más allá de esa indicación, y mirando las cosas desde el punto de vista más amigable posible, cabría ver con beneplácito, que quienes vivieron inmersos en una orgía publicitaria alimentada por fondos multimillonarios, se los vea ahora convertidos en celosos custodios de la austeridad republicana. Lo único que cabría agregar es que genera dudas esa conversión sea auténtica.
Pero por otra parte, más allá de los reparos válidos que hemos dejado expresados, no puede negarse el acierto de un slogan que viene a "pegar en una matadura". Ya que la denominada década ganada, está llena de cosas que se anunciaron y no se hicieron, o de otras que se comenzaron a hacer aunque nunca se terminaron, y otras que culminadas esperan -por lo mal hechas- turno para ser rehechas. Con el agravante que en un número de casos, que no resulta demasiado temerario considerarlos una mayoría, todas ellas –la solo anunciadas, las hechas a medias y las mal hechas- de una forma u otra se terminaron cobrando por quienes se los suponía sino "buenos padres de familia" –para utilizar una expresión frecuente en antiguos textos legales- cuando menos "buenos empresarios", ya que se supone que ese carácter era el que les permitía ser incluidos en los registros de proveedores oficiales.
"Haciendo lo que hay que hacer". Ese es, por otra parte, el compromiso asumido por nuestro gobernador Bordet, cuando en una reciente visita a Concepción del Uruguay, con el objeto de participar en la ceremonia de apertura de sobres de la licitación vinculada con la segunda etapa de la obra Plan Maestro de Agua Potable, optimización de la red de distribución y obras conexas de Concepción del Uruguay, efectuó algunos anuncios de importancia.
Es que a ese respecto, y dejando tan solo al pasar formulada la inquietud -habría que preguntarse no solo cuántas son las etapas ejecutivas que quedan de esa obra, sino si se justificaba tanta costosa bambolla para un mero trámite administrativo que ni siquiera es la inauguración de una obra terminada- cabe destacar que señaló que de un crédito por un importe de trescientos cincuenta millones de dólares obtenido por una colocación de títulos de deuda pública provincial, se destinarán "ante una propuesta de los senadores de Cambiemos, el tres por ciento de ese importe al equipamiento y obra pública para juntas de gobierno" en lo que acertadamente consideró una "acción reparadora para que puedan desarrollarse las juntas de gobierno, hasta que se sancione la ley de comunas".
Frente a lo cual debe comenzarse por señalar el gesto de nuestro mandatario, al reconocer que esa determinación no era originalmente suya, sino que el mérito de la ocurrencia - aunque no de la decisión- correspondía a senadores opositores, una actitud infrecuente en el mundo de la política.
A lo que se debe agregar, que con razón se alude aquí al incumplimiento de una manda constitucional, cual es la sanción de una "ley de comunas", referida a lo que en su momento se las daba el nombre de "aldeas", cuando no de "estaciones de ferrocarril", muchas de las cuales en la actualidad han desaparecido estragadas por una trágica emigración rural, la que en parte ha contribuido al deforme y hasta malsano crecimiento del conurbano porteño.
Una circunstancia que viene como anillo al dedo para destacar –teniendo en cuenta que no se trata ese del único caso- cuánto hubo de pretexto para lograr confusos y hasta no desentrañados propósitos de índole política partidista, para reformar la "constitución provincial de 1933".
Se trata de la asignación del monto que hemos referido, de la suma de diez millones y medio de dólares, o sea de aproximadamente ciento setenta millones de pesos, un importe que dado su volumen resulta casi imposible de manejar para nosotros y de ignorar, además, el criterio que se seguirá para su distribución entre las diversas juntas de gobierno, no sabemos si será suficiente para colmar las necesidades y proyectos de futuro de cada una de ellas, pero que de cualquier manera constituye un ponderable reconocimiento.
El que se nos ocurre, debería ser complementado de un análisis con el objeto de poner en manos de esas "proto-municipalidades" la conservación de los "caminos de la producción" con la transferencia del equipamiento y recursos que les permitan cumplir con ese objetivo.
No se puede dejar de reconocer que se trata de una cuestión compleja y que inclusive puede provocar resistencias en ciertos estratos del organismo vial provincial.
Merece un párrafo el tópico "defensas" contra las crecientes del río, respecto a las cuales el gobernador hizo referencias concretas referidas a Concepción del Uruguay.
Las consideraciones que esas circunstancias nos despiertan pueden sonar a perogrullada, ya que pensamos es posible plantearse si la construcción de defensas es la verdadera solución. O sino resulta en muchísimos casos –que no es posiblemente al menos en parte el problema de esa ciudad- más adecuado relocalizar a los habitantes de viviendas inundables en terrenos a la cota máxima a que llega en el río en las crecientes extraordinarias.
La conocida entre nosotros como la "cota 10", la que cabe pensar que quizás se debería elevar, a juzgar la manera como se presenta el tiempo.